A rendir cuentas

* Deberán informar el estado que guarda la administración pública y detallar las obras y acciones que hayan realizado.
* Los adeudos y problemas legales que heredaron de su antecesor, no es motivo para incumplirle al pueblo.
* Muchos recibirán muestras de repudio por su pésima actuación.

A partir del domingo 14 de enero, los 84 presidentes municipales en funciones rendirán ante la población en general, el primero de sus informes de labores al frente de la administración 2006-2009; el martes 16 cumplirán un año de haber asumido el cargo para el que fueron electos el 13 de noviembre del 2005 y en acatamiento a lo dispuesto en la Constitución política local y la Ley Orgánica municipal darán a conocer públicamente las obras y acciones que hayan emprendido en lo que va de su mandato.
El informe deberán presentarlo en sesión solemne del Cabildo y detallar el estado que guarda la administración pública, así como precisar la forme en la que en los últimos doce meses se han aplicado los recursos del erario público y muchos de ellos habrán de enfrentar serios problemas ante el incumplimiento de muchas de las promesas que formularon durante sus campañas proselitistas.
No será fácil, porque en algunos municipios como Atitalaquia y Huehuetla es previsible que se presentarán inconformidades por parte de los pobladores que han visto con desencanto que sus alcaldes están muy lejos de haber cumplido lo prometido, otros ni siquiera han cubierto las expectativas de quienes votaron por ellos para que se convirtieran en presidentes municipales y la ceremonia del informe será el momento propicio para que escuchen las inconformidades de la sociedad.
Durante su primer año de labores, muchos han tenido que afrontar una serie de problemas de carácter legal y la mayoría no han contado tampoco con la capacidad económica para cumplir con sus compromisos.
Tan solo en el municipio de Alfajayucan el alcalde Carlos Alberto Anaya ha tenido que hacer frente a una serie de demandas que por despido injustificado han instaurado algunos ex-trabajadores, lo que representa para las finanzas locales, la exigencia de pago de varios millones de pesos que no han podido ser liquidados y que de alguna manera impiden la realización de obra pública.
Pero este no es el único caso, al asumir el cargo, muchos presidentes municipales como son los de Tula, Pachuca, Alfajayucan, Zapotlán, Tulancingo, Tlaxcoapan y Chilcuautla, entre otros, se encontraron con que sus antecesores dejaron millonarios adeudos a la administración, lo mismo con proveedores y empleados que con la Compañía de Luz y Fuerza del Centro y en algunos casos con la empresas constructoras encargadas de la ejecución de diversas obras, lo que dificultó en mucho el inicio de las acciones que se comprometieron a hacer en cuanto tomaran posesión.
Tan solo el alcalde de San Agustín Tlaxiaca, Mauro López Pacheco, se encontró con que su antecesor días antes de dejar el cargo había decidido vender casi en su totalidad el parque vehicular del Ayuntamiento y parte de lo que dejó presentaba serias deficiencias mecánicas que impedían su funcionamiento, en tanto que el de Ixmiquilpan, José Manuel Zúñiga Guerrero, denunció a su arribo que no existía en la tesorería “ni un solo peso para trabajar” ni para saldar insumos como gasolina, diesel, papelería y llantas de los vehículos oficiales.
En otros casos como el del presidente municipal de Tepeji del Río, Guillermo Sergio Cabrera Vivar, se hizo público que al asumir la titularidad del Ayuntamiento, se encontró con una situación tan delicada como lo es la herencia de 115 denuncias de carácter civil, penal, laboral y mercantil, así como Juicios de Amparo en un estado procesal en el que se podía decir que casi todas las demandas se encontraban perdidas, pero que en conjunto significaban deudas por varios millones de pesos.
Un municipios tan pequeño como Chilcuautla, donde gobierna Cristino Uribe Cano, registró un faltante de unos 800 mil pesos no justificados en obra pública, adeudos por 2 millones 479 mil pesos de alumbrado público y un millón 380 mil pesos por el pago de salarios caídos a trabajadores que fueron despedidos injustificadamente y en otros más grandes como Tula de Allende, el gobierno de Juan Manuel Cárdenas heredó deudas con los trabajadores sindicalizados; por concepto de luz, agua y teléfono y en la tesorería no se encontró dinero para cumplir con los compromisos, como tampoco lo hubo en Tlaxcoapan, donde las deudas recibidas por Miguel Ángel López Hernández superaron los nueve millones de pesos.
En otros lugares como Pachuca, el alcalde Omar Fayad Meneses se encontró con pasivos por más de 35 millones de pesos y en Mineral de la Reforma, Alejandro Islas Pérez tuvo que iniciar su gestión con las cuentas bancarias del Ayuntamiento embargadas, como también le ocurrió a Vicente Suárez Hernández en Zempoala, lo que los imposibilitaba a cumplir aún los compromisos económicos más apremiantes.
De cualquier manera los 84 alcaldes electos iniciaron su gestión y no conformes con la problemática que encontraron, algunos presidentes municipales como Gabriel Hernández Fernández del Almoloya y funcionarios de la administración de Ricardo Bravo Delgadillo en Tulancingo, como el ex-oficial mayor Santiago Morales, vieron en la administración pública, no la oportunidad de servir a la población, sino servirse de ella y dar solución a los problemas de desempleo familiar; El primero de ellos se aprovechó del cargo para colocar a cinco de sus parientes en posiciones importantes y Morales también dio trabajo a varios de ellos, lo que les provocó diversas acusaciones por nepotismo, como también las enfrentó Leonardo Ramírez Álvarez en Actopan y Francisco Castañeda Castillo en Tlanalapa.
Alcaldes como el de Atlapexco, Joel Nochebuena Hernández, no les dio trabajo a sus familiares, pero si trascendió que estos se aprovecharon del parentesco y decidieron asumir por cuenta propia la construcción de obras, lo cual es violatorio de la ley, en tanto que otros ediles como Lucas Pablo Guzmán Isidro de Francisco I. Madero; Rogelio Melo Vargas de Lolotla; Víctor Cardozo Camargo, de San Salvador y Odilón Sánchez Silva de Tepeapulco, por citar solo algunos, hicieron de su posición la oportunidad de agredir con su prepotencia y autoritarismo a la población, lo que no solo les mereció el descontento social, sino que los hizo acreedores al repudio generalizado.
Por ello será importante conocer qué es lo que los alcaldes han hecho por el bien de su pueblo en estos doce meses, porque de algunos como Roberto Muñoz Licona de Huasca, solo se sabe por su arbitrariedad e inclinaciones a la represión, en tanto que otros como Gudelio Uribe Uribe, lo más notable que ha realizado es haber mandado encarcelar a cinco jóvenes solo porque le gritaron “adiós suegro” cuando caminaba por la calle.
Joel Nochebuena tuvo que afrontar en Atlapexco la toma de la presidencia municipal por incumplido; lo mismo le hicieron a Marco Antonio ramos Moguer en Huejutla y en Omitlán de Juárez los pobladores acusaron a José Luís Ordaz Ríos de realizar obras sin calidad y de ser sospechoso de desviar el dinero público; En Mixquiahuala y Tepeapulco-Sahagún se registraron manifestaciones de protesta contra Eleazar Serrano y Odilón Sánchez cuando se realizaron las fiestas patrias y en Tezontepec de Aldama son muchos los que afirman que ya no aguantan a Moisés Cornejo Barrera.
Ni que decir de Atitalaquia donde antes de iniciar funciones, Severiano Claudio Espinosa Castañeda ya enfrentaba el rechazo casi generalizado y fue uno de los protagonistas del mayor conflicto social del año; Huehuetla es otro caso especial, pues a Plinio Islas Olivares no le permiten despachar en la alcaldía que se mantiene tomada desde hace ocho meses, por lo que tiene que acudir a una sede alterna y mantener su domicilio en Pachuca y en secreto para evitar manifestaciones.
A pesar de todo, insisto, los presidentes municipales cumplen su primer año y deberán informar del mismo, con el riesgo de que a algunos les griten que son unos mentirosos y hasta rateros y otros tengan que comparecer ante el cabildo a escondidas para evitar el rechazo que muchos se han ganado por ineptos.