jueves, agosto 10, 2006

Hidalgo, estado de violencia

* Los hechos de violencia se repiten con más frecuencia y mayor intensidad.
* Intentos de linchamiento, enfrentamientos entre grupos y la intolerancia religiosa, prenden los focos de alerta.
* Un bombazo en la presidencia, los maras salvatrucha y las próximas elecciones amenazan la paz social.
* La autoridad debe imponer el estado de derecho.

La noche del viernes 28 de Octubre, un grupo de pobladores de la localidad de Lázaro Cárdenas perteneciente al municipio de Francisco I. Madero, retuvo tres vehículos oficiales propiedad de la Presidencia Municipal y amenazó con quemarlos, exigían la presencia del alcalde priista Nicolás Ponce Santiago, para que frente al pueblo firmara un acuerdo en el que se comprometía a terminar unas obras que desde hace mucho no ha cumplido.
Ciertamente el alcalde Ponce Santiago se distingue por incompetente y su gestión tiene como característica el desinterés por las necesidades de la población, poco o nada le importa al Ayuntamiento de Francisco I. Madero terminar las obras que se encuentran en proceso u ofrecer servicios de calidad a las comunidades.
Sin embargo lo que llama la atención en este asunto, no es la apatía con que se conducen las autoridades municipales, sino los procedimientos a los que ha recurrido la sociedad para presionar al alcalde para que cumpla con sus obligaciones, a los métodos de violencia, de amenaza con quemar vehículos para llamar la atención.
Lo ocurrido ahí en Lázaro Cárdenas no es nada extraño, esa localidad se ubica a un costado de Tepatepec, comunidad donde se asienta la histórica Normal Rural “Luis Villarreal” de El Mexe, recién desaparecida y donde sus habitantes se distinguen por sus métodos de secuestrar autos, etcétera. Ayer domingo permanecían retenidas dos patrullas y se sabe que la semana anterior, una más fue apedreada por los vecinos de San Juan Tepa.
Desgraciadamente esto es solo una pequeña muestra de cómo paulatinamente la violencia en diferentes formas, se registra de manera cada vez más frecuente en diferentes puntos de la entidad, convirtiendo poco a poco a Hidalgo, en un Estado de Violencia que se va generalizando, mientras las autoridades pretenden hacernos creer que todo se encuentra en calma.
Ejemplos de cómo la violencia se vuelve algo común los hay muchos y desgraciadamente se han dado en muy poco tiempo.
Baste con señalar que en un lapso de cinco meses se han registrado dos intentos de linchamiento en el Valle del Mezquital, en Mayo fue en la comunidad de El Tephe, perteneciente a Ixmiquilpan, en donde los vecinos lograron la captura de dos asaltantes a quienes colgaron y golpearon salvajemente, en un intento por hacerse justicia por su propia mano.
Hace unos días, el lunes 17 de octubre, los hechos se repitieron en ese mismo lugar, habitantes de El Mothe capturaron a tres individuos que hirieron con arma de fuego a dos pasajeros en un intento de asalto a una camioneta de transporte público, intentaron lincharlos y por si fuera poco, secuestraron al Director de la Policía Municipal de Ixmiquilpan, Cesar Carvajal; a Bernardino García Cruz, comandante de la misma corporación y golpearon con palos y piedras a dos uniformados más.
Con motivo de la intolerancia religiosa, igualmente en Ixmiquilpan se vive uno de los más graves conflictos de la actualidad hidalguense, en la comunidad de San Nicolás, 36 familias que profesan la religión evangélica, están emplazadas para abandonar la localidad, la amenaza es muy clara, dejan sus tierras y viviendas y se van o de lo contrario serán linchadas por el resto de la población que en su mayoría son creyentes católicos.
El ultimátum para los evangélicos se vence el jueves 3 de noviembre, por lo que en estos momentos el problema se encuentra en su punto más grave.
Hay que destacar que el conflicto entre los católicos y los evangélicos de San Nicolás, no es asunto nuevo, por lo menos tiene 10 años de haber iniciado, pero ambos ya habían llegado a acuerdos de respeto mutuo, se habían establecido reglas de convivencia y quedaban a salvo los derechos de todos.
Hace unas semanas, para ser exactos el sábado 19 de agosto, un ataúd se exhibía en la carretera México-Laredo a la altura de San Nicolás, en su interior yacía el cuerpo de Ponciano Rodríguez Escamilla, líder de los evangelistas, la mayoría católica impidió que fuera sepultado en el panteón de la localidad, “busquen otro lado” les dijeron a sus deudos, por lo que tuvieron que enterrarlo en el cementerio de la comunidad de Cerritos.
De este hecho dieron cuenta los medios de comunicación y se advirtió que el conflicto resurgiría con fuerza, más por la cerrazón que han mostrado las autoridades delegacionales, por la violación permanente a la ley y a las garantías individuales de los habitantes de San Nicolás y porque las autoridades locales autorizaron la construcción de un templo evangélico en la comunidad, lo que detonó nuevamente el problema que esta misma semana podría llegar a una situación sumamente grave.
Los hechos de violencia que ocurren en Hidalgo son tantos, que parecen algo común; La mañana del 16 de septiembre, granaderos del agrupamiento “Fuerza de Tarea” reprimió a golpes a un grupo de militantes de la Unión Nacional de Trabajadores Agrícolas (UNTA) que pretendía incorporarse al desfile conmemorativo del 195 aniversario de inicio de la lucha por la independencia nacional.
Días después el domingo 25 de septiembre, dos bandos distintos pero de esa misma organización, uno liderado por Edith Ibarra y el otro por Álvaro López Ríos, se enfrentaron en las inmediaciones de la unidad deportiva del Sindicato Único de Trabajadores al Servicio del Poder Ejecutivo del Estado de Hidalgo (SUTSPEEH), la fenomenal bronca dejó como saldo al menos diez heridos, se causaron destrozos a ocho autobuses y fue incendiado un vehículo, la policía llegó no para controlar, sino para reprimir a uno de los grupos en discordia.
De cómo la violencia impera cada día más en el Estado de Hidalgo, también nos hablan las estadísticas de la Secretaría de Gobernación federal, que recientemente dio a conocer que de los 21 Estados de la República en los que se ha detectado la presencia de pandilleros integrantes de la Mara Salvatrucha, tanto de la MS-18 como de la MS-13, Hidalgo es la única entidad en la que no se han logrado detenciones en lo que va del año.
Es decir, se sabe que los famosos maras se encuentran aquí como en muchos otros Estados, pero para ellos Hidalgo es algo así como tierra de impunidad.
Por si fuera poco, un nuevo episodio violento se registró en el Estado apenas este fin de semana, el viernes 28, una bomba molotov fue activada en el interior de la Presidencia Municipal de Pachuca.
Una versión indicaba que la causa de un flamazo que dejó como saldo un herido, fue un acumulamiento de gases, pero el titular de la Procuraduría General de Justicia del Estado, José Alberto Rodríguez Calderón fue muy claro, “se trató de una bomba de fabricación casera” e informó que fue un enfermo mental el que la activó y hasta anunció que el causante se encontraba en calidad de detenido.
Lo cierto es que el hecho ocurrió y ante la posibilidad de que se tratara de algo más grave, cientos de trabajadores de la Presidencia Municipal de Pachuca y un indeterminado número de usuarios fueron evacuados de la Casa Rule, previendo que se pudiera presentar un atentado mayor.
El caso es que en un Estado que antes se consideraba entre los más tranquilos de la República, los conflictos se repiten cada día con mas frecuencia y con mayor intensidad, las amenazas de violencia aumentan y las autoridades insisten en decir que estamos en una entidad muy tranquila, mientras los medios de comunicación dan cuenta de intentos de linchamientos, enfrentamientos entre grupos, quema de vehículos, pandilleros-homicidas libres por las calles, un grave conflicto por intolerancia religiosa, secuestro de patrullas y directivos policíacos, actos de represión y hasta estallidos de bombas.
Algo muy grave ocurre en Hidalgo, porque la violencia ha dejado de ser novedad, porque los conflictos lejos de resolverse se van agravando y porque cada día surgen nuevos problemas que podrían derivar en enfrentamientos.
Que nadie olvide, por ejemplo, que en Santiago Tlapacoya la gente que impidió que continuaran las obras de construcción del boulevard Las Torres, advirtió que llegaría hasta las ultimas consecuencias para defender sus tierras; En relación al proyecto de reubicación de la Central de Abastos, los propietarios también querran proteger su patrimonio y los empleados conservar sus fuentes de trabajo.
Además en menos de dos semanas habrá de realizarse uno de los procesos electorales más competidos de Hidalgo y ello siempre representa la posibilidad de que se presenten conflictos.
El vacío de autoridad se vuelve cada vez más evidente en diferentes puntos del Estado y, si ante tantas advertencias la autoridad no hace valer el estado de derecho, la violencia podría generalizarse.
31/10/05
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